El año 2023 ha significado la recuperación del sector turístico. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en los primeros diez meses nuestro país recibió un total de 74,7 millones de turistas, una cifra superior al 0,2 % al acumulado de todo el año previo a la pandemia (2019) y que, además también mejora en un 18,2 % al acumulado del mismo período de 2022. De ahí que, una vez pasada la crisis COVID, su industria esté en un proceso de transformación no exento de desafíos.
Actualmente, el contexto económico —marcado por la elevada inflación, el incremento de los precios del petróleo y las materias primas— y el geopolítico son aspectos determinantes para los costes del transporte y alojamiento. Y a ambos se añade un tercer condicionante con dos vertientes, el cambio climático. Las temperaturas cada vez más extremas invitan, por un lado, a mejorar la gestión de la climatización para que la industria mantenga sus estándares de confort y oferta; y, por el otro, a acelerar los procesos de descarbonización para tratar de revertir este problema global.
Estos tres factores están animando a sus principales actores a adoptar nuevos enfoques basados en la sostenibilidad y el desarrollo de infraestructuras IoT, para poner en marcha planes estratégicos más rentables y centrados en la experiencia del cliente.