Abrir el capó de tu viejo escarabajo, sacar el motor y cambiarlo por un 100% eléctrico. Algunos manitas y pequeñas empresas allanan el camino de una tendencia estadounidense que gana adeptos en España para adaptar modelos de ayer a la corriente de hoy.
En la década de los 80, Álex D. Sánchez tenía dos obsesiones difícilmente compatibles: los coches y la ecología. Le apasionaba todo lo que se moviera sobre cuatro ruedas, pero al mismo tiempo le preocupada mucho el respeto por el medio ambiente. “Cuando tenía 10 años, prohibieron la gasolina con plomo y obligaron a todos los modelos nuevos a incorporar catalizador. Recuerdo que sentí un gran alivio, porque pensé que eso resolvía el gran problema que acarreaban los coches: la contaminación”, cuenta este ingeniero informático de 45 años, que hace tres inició un proyecto para conciliar definitivamente el sector del automóvil y la ecología: transformar vehículos reciclados de gasolina o diésel en vehículos eléctricos.
Convertir coches antiguos a coches eléctricos
La empresa, aún en sus primeros compases, se llama Elektrun. “Por el momento hemos transformado un Seat 127 y un Renault Twingo”. La homologación es muy estricta en España. “Cada componente requiere pasar por un laboratorio para que el Ministerio de Industria le dé el visto bueno. Conlleva costes y tiempo”.
La idea inicial era transformar ese coche que muchos tienen aparcado al fondo de un garaje, pero no se atreven a vender por su valor sentimental, pero los elevados costes de la homologación y las baterías de litio les dieron clave: transformar 12 coches del mismo modelo cada vez. La magia de la economía de escala, a pequeña escala. Han iniciado una ronda de financiación de crowdfunding para 12 Smart eléctricos capaces de alcanzar 120 km/h y recorrer 130 kilómetros sin repostar, entre 14.000 y 16.000 euros. Quieren hacerlo con el Mini y el Escarabajo, “dos clásicos idóneos para la transformación”.
La idea de la que parte Elektrun tiene un enfoque claramente medioambiental por dos motivos: un coche eléctrico no emite gases nocivos cuando circula, y trabajan con coches usados, así que también ahorran la energía y la contaminación que conlleva la fabricación de un nuevo modelo.
El mismo punto de partida de otro proyecto, en este caso extremeño: Ecoche. Sus impulsores son José Milara, arquitecto, y Mario Fernández, ingeniero aeronáutico. Estos dos treintañeros impartían hace tres años formación sobre arquitectura sostenible en México, y vieron una realidad preocupante: los coches de Estados Unidos que no cumplían la normativa de emisiones se exportaban a este país para su uso. “La contaminación inaceptable sí tenía cabida en México”, cuenta Fernández. Así idearon Ecoche, como solución a los vehículos nocivos que siguen circulando por el mundo, o lo que es lo mismo: cambiar su fuente de energía basada en combustibles fósiles por la electricidad, y prolongar su vida útil.
“Cada vez se limitará más el uso de los diésel. ¿Qué se hará con cuando no puedan circular? La mejor solución es transformarlos en coches eléctricos y darles un nuevo uso”, explica Mario Fernández.