La humanidad ya no puede permitirse consumir recursos sin preocuparse. Ha llegado el momento de apostar por una economía circular. Se trata de impulsar un modelo económico circular que disminuya la utilización de recursos no renovables y no se base sin más en la producción y el consumo.
Es el papel que están destinadas a protagonizar las ciudades del futuro, núcleos que deben apostar por una economía basada en activos sostenibles (renovables, reutilizables y reciclados), en la maximización de la vida útil y el uso de bienes y servicios, y en la valorización de los activos al final de su primer ciclo de vida. Auténticas urbes circulares que serán capaces de afrontar los grandes retos medioambientales, como la escasez de recursos, la contaminación, el calentamiento global y la gestión de los residuos.
Un cambio que se antoja imprescindible debido al imparable crecimiento demográfico de las ciudades. En la actualidad, el 55% de la población mundial reside en núcleos urbanos, consume dos tercios de la energía del planeta y produce el 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Unas cifras que según las previsiones se incrementarán en 2050, cuando el 70% de las personas vivirán en grandes ciudades y la producción de residuos habrá aumentado también otro 70%.