El alza de los precios de la electricidad está sometiendo a las empresas a un auténtico desafío, ya que la factura de la luz está alcanzando cotas insólitas entre los gastos fijos de las empresas.
Y, aunque se están tomando medidas que están contribuyendo a estabilizar los precios, la realidad es que el futuro apunta cada vez más a la necesidad de garantizar las fuentes de consumo propias y de apostar de manera decidida por la energía renovable.
En este contexto, una buena opción para las empresas es apostar por fuentes de energía sostenibles como la energía solar fotovoltaica.
Ventajas del autoconsumo fotovoltaico
Actualmente la instalación de paneles solares para aprovechar la energía solar tiene unos costes de instalación bajos, que se pueden amortizar en un periodo de entre 3 y 5 años. Los gastos de mantenimiento son reducidos y los paneles solares tienen una vida media de 25 años.
Además, en España existe la posibilidad de recibir ayudas para este tipo de instalaciones provenientes de fondos públicos destinados a impulsar las energías renovables. En concreto, mediante el Decreto 477/2021 se establecieron una serie de programas de autoconsumo y almacenamiento con fuentes de energía renovable.
Estos programas, que cuentan de momento con 660 millones de euros procedentes de los Fondos Next Generation, están siendo gestionados por las comunidades autónomas, bajo la supervisión de IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía).
Estos programas tienen prevista las ayudas para instalaciones de energía solar fotovoltaica, que pueden suponer hasta un 15% del coste total, para grandes empresas, y hasta el 45% para las pymes (o empresas con un sistema eléctrico con un consumo inferior a 10 kW).
En definitiva, se trata de una gestión que actualmente es viable para un gran número de empresas, y es conveniente, ya que se estima que las compañías que apuestan por el autoconsumo consiguen reducir su tarifa eléctrica alrededor de un 30%.
Y es importante recordar que una instalación fotovoltaica también puede ser rentabilizada, porque es posible vender a la red la energía producida en nuestra instalación y que no vayamos a utilizar.
No se trata de una financiación blanda como podría ser un crédito ICO sino ayudas a fondo perdido.