La Unión Europea ha incrementado su ambición climática para el 2030, impulsando una reducción de al menos el 55 % de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) respecto a 1990, con el fin de lograr la neutralidad de carbono en el año 2050. En este escenario, se prevé que en la UE la penetración de la electricidad en el uso energético final pase del 23 % al 30-31 % en el 2030 y llegue entre el 47 % y el 60 % en el 2050, según datos de la UE.
Los beneficios de la electrificación empiezan por la sostenibilidad y la reducción de los gases de efecto invernadero. La sustitución de la electricidad generada por combustibles fósiles por la generada por fuentes renovables, unida a la electrificación de los usos finales, reduce la contaminación.