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La silvicultura, otra forma de proteger los bosques

La silvicultura, otra forma de proteger los bosques

La silvicultura es el proceso por el que se cuidan y a la vez se obtienen productos de los bosques

 

 

La silvicultura es el proceso por el que se cuidan y a la vez se obtienen productos de los bosques. Muchas personas lo asocian a la agricultura, pero conviene resaltar que son actividades completamente diferentes.

 

Por lo general, los cultivos agrícolas trabajan con una perspectiva de producción anual. En el caso de las masas forestales los procesos se desarrollan a lo largo de lustros, décadas o, incluso, siglos. Los productos que se obtienen de los bosques son variados, van mucho más allá de la obtención de madera. Veamos ahora cómo afecta la silvicultura al medio ambiente cuando hablamos de producción.

 

En este sentido, hay que distinguir dos grandes espacios de producción:

 

La producción directa es la que se refiere a la obtención inmediata de materiales, como la madera, la leña, el corcho o la resina, y otros productos como los frutos silvestres o aquellos derivados de la caza.

Por otro lado está la producción indirecta, un concepto que hace referencia a los beneficios que se derivan de la existencia de la masa forestal. Aquí encontraríamos reducción del CO2, biodiversidad, regulación del ciclo hidrológico o, incluso, el propio turismo que se desarrolla en torno a estos espacios.

 

Dentro del concepto de silvicultura, las intervenciones se desarrollan atendiendo a los objetivos concretos de cada uno de los bosques. Hay que tener en cuenta que cada ecosistema forestal responde a unas circunstancias y necesidades concretas, por lo que las acciones deberán estar adaptadas a cada uno de ellos de manera individual.

 

A modo de resumen, existen dos sistemas para gestionar un bosque natural:

 

Los sistemas monocíclicos se caracterizan por realizar la operación de tala de manera completa. El bosque queda reducido al mínimo para conseguir el aprovechamiento máximo de la madera. Es muy agresiva con el entorno y, normalmente, conlleva la práctica total destrucción del ecosistema.

 

A diferencia del sistema anterior, en los sistemas policíclicos la tala no se realiza en una única operación sino que se hace por fases menos agresivas y se limita la madera que se puede recoger según el grosor de los troncos de los árboles. De esta manera, el bosque nunca llega a ser talado completamente, ya que los ejemplares más jóvenes se mantienen intactos hasta que hayan alcanzado el tamaño permitido.

 

Los sistemas policíclicos permiten que, tanto la flora como la fauna del bosque se conserven y se recuperen de manera mucho más eficaz. Esto repercute de manera positiva tanto en el medio ambiente como en los beneficios económicos.