En reacción a la evolución en las investigaciones, que demuestran que los problemas medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG) tienen implicaciones financieras importantes, los inversores han adoptado ESG como parte de su responsabilidad fiduciaria.
En la actualidad, los inversores usan los criterios ESG para medir la sostenibilidad de las operaciones de una empresa. La integración de factores ESG en el proceso de inversión y la toma de decisiones se ha convertido en un estándar para una mejor gestión de riesgos y búsqueda de oportunidades. Hoy en día, los líderes del ámbito de la gestión de inversiones como BlackRock, el gestor de activos más grande del mundo, llegan incluso a dejar claro que están reasignando capital hacia empresas con prácticas ESG sólidas. En su carta anual a los líderes empresariales de 2022, el consejero delegado de BlackRock deja claro que "en el mundo actual mundialmente interconectado, una empresa debe crear valor para el amplio espectro de sus grupos de interés y ser valorada por estos, con el fin de ofrecer valor a largo plazo a sus accionistas". Los inversores y demás grupos de interés se centran cada vez más en los criterios ESG, por lo que las empresas han empezado a desarrollar sus programas y estrategias de sostenibilidad corporativa bajo el prisma del ESG.
Los criterios medioambientales examinan cómo contribuye una empresa a solucionar los retos medioambientales, incluidas las políticas corporativas que ayudan a evaluar y mitigar el riesgo de cambio climático de las empresas. Los criterios sociales están relacionados con cómo la empresa gestiona las relaciones con sus empleados, proveedores y clientes, y con las comunidades en las que opera. La gobernanza se ocupa del liderazgo de una empresa, la remuneración directiva, las auditorías, los controles internos, la ética y los derechos de los accionistas.
En los últimos años, la inversión sostenible ha ascendido rápidamente a la parte alta de las agendas corporativas y de los inversores. Sin embargo, no es una tendencia nueva; es una práctica de hace décadas o incluso siglos. En base a criterios morales y determinada por creencias religiosas, la inversión sostenible primitiva usaba evaluaciones negativas para evitar negocios que obtenían dinero del alcohol, el tabaco, las armas o el juego.
Las raíces modernas de la inversión sostenible pueden remontarse a los acontecimientos importantes y los movimientos políticos y sociales asociados, iniciados en los años 60 hasta la actualidad. En Estados Unidos, el descontento de los ciudadanos sobre la guerra de Vietnam, los derechos civiles y la desigualdad de género cambiaron la manera en que las personas veían la responsabilidad social. El activismo creciente amplió el diálogo sobre el desarme, las prácticas laborales justas y el medio ambiente. Varias décadas después. En los últimos años, la pandemia por coronavirus aumentó la conciencia sobre EGS, subrayando las vulnerabilidades de nuestra sociedad, como la amenaza del cambio climático.